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Este artículo fue traducido por Azucena Rasilla.

Con los casos de COVID-19 en su punto más alto en el condado de Alameda, los socorristas de emergencia y los trabajadores de la salud en entornos de cuidado intensivo están preparados para convertirse en las primeras personas en el condado en recibir la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19, la cual se empezó a administrar la semana pasada.

Durante 10 meses, estos médicos, enfermeras, terapeutas y bomberos han estado brindando cuidados esenciales con un riesgo considerable para su propia salud. Ahora que finalmente llegó una vacuna, queríamos saber cómo se sentían al ser los primeros en la fila, cómo cambia su trabajo diario y qué podrían significar las vacunas para nuestras comunidades en Oakland, algunas de las cuales han sido entre las más afectadas en todo el condado.

También les pedimos que hablarán sobre los miedos y las dudas que muchos sienten acerca de una vacuna que se desarrolló con una rapidez asombrosa, y por qué decidieron que se la pondrían.

(From Left to Right) Devin Brown, Cassandra Kays, Gustavo Gonzalez, Micheal Andrews of the Oakland Fire Department, all smiles during pre-pandemic times.
De izquierda a derecha, los bomberos de Oakland: Devin Brown, Cassandra Kays, Gustavo Gonzalez, y Micheal Andrews Credit: Courtesy Gustavo Gonzalez

Gustavo González, bombero y paramédico de Oakland

Gustavo González siempre está listo para ayudar. A sus 30 años, es bombero y paramédico del departamento de bomberos de Oakland, presidente de la asociación de bomberos latinos de Oakland, miembro sindical del Local 55, y ahora estará entre las primeras personas en el condado en recibir una vacuna contra el COVID-19.

“Me siento honrado. Poder ser uno de los primeros en recibir la vacuna es extremadamente importante,” dijo González, quien está estacionado en el cuartel de bomberos 13, en Fruitvale, vecindario con la mayor población latinx, el cual ha sido uno de los más afectados por la pandemia. “He visto de primera mano todos los días durante los últimos diez meses los efectos devastadores que esta pandemia ha tenido en nuestra comunidad,” dijo González, quien es mexicano-estadounidense. “A veces veo de cinco a siete pacientes al día afectados por esto cuando estoy en el trabajo.” Los efectos de esta emergencia ha llegado cerca de casa. González ha tenido amigos y familiares hospitalizados a causa del virus.

Cuando se realizan llamadas al 911 en Oakland, los socorristas como González están allí para brindar lo que se conoce como “soporte vital avanzado,”  atendiendo diversas necesidades médicas. “Cuando llama al 911, el departamento de bomberos de Oakland llega, sin importar cuál sea su emergencia.” Luego, el equipo de ambulancia se hace cargo y transporta a las personas al hospital.

González comprende por qué algunos en Oakland podrían tener dudas sobre la vacuna, especialmente en comunidades que han sido dañadas por el racismo médico sistémico. “Ha habido mucha desinformación, y gran parte de esta pandemia se ha politizado,” dijo. “Al dar un paso adelante para recibir la vacuna, siento que puedo dar el ejemplo y mostrarle a la gente que es un paso en la dirección correcta para poder restaurar a la comunidad”.

— Sarah Belle Lin


A selfie by Allison Austin, triage nurse at Fairmont Hospital in San Leandro
Si usted llama al hospital Fairmont porque teme estar contagiado de COVID-19, puede que hable con la enfermera de triaje Allison Austin.  Credit: Courtesy Allison Austin

Allison Austin, enfermera de triaje en el hospital Fairmont en San Leandro

Allison Austin había estado trabajando como enfermera de triaje en el hospital Fairmont durante solo unos meses cuando el coronavirus llegó al condado de Alameda. Fue contratada para recibir llamadas telefónicas de pacientes preocupados por todo tipo de dolencias y ayudar a dirigirlos al equipo de atención médica adecuado. Ahora, su trabajo es escuchar a las personas que piensan que tienen COVID-19 y determinar si enviarlas a la sala de emergencias o decirles cómo pueden tratarse en casa.

“Tenemos que poner mucha atención al escuchar,”  dijo Austin, quien habla a diario con muchas personas que están en peligro. Y su trabajo es difícil porque hay muchos síntomas que podrían indicar una infección viral o algo completamente diferente.

Como Austin no trabaja cara a cara con los pacientes, recibirá la vacuna después de la mayoría de sus colegas del Alameda Health System. Pero cree que su llegada marcará una gran diferencia para toda la región.

“La idea es vacunar a todos y vacunar a los trabajadores de primera línea que cuidan de la comunidad,” dijo. “Lo más probable es que disminuya la tasa de pacientes hospitalizados, que sigue aumentando. En este momento, estamos luchando.”

Sin embargo, aún podrían pasar meses hasta que la vacuna esté disponible para el público en general, y los expertos en salud continúan enfatizando la importancia de usar una mascarilla, el distanciamiento social y quedarse en casa siempre que sea posible. “Aún quedan algunos días difíciles por delante,” dijo Austin. “Pero hay una luz brillante, muy brillante.”

— Natalie Orenstein


serena meyer holding an infant
Serena Meyer, enfermera de maternidad y consultora de lactancia, con un bebe llamado Liam, el cual conoció a través de una práctica de lactancia. Credit: Courtesy Serena Meyer

Serena Meyer, enfermera de maternidad en Kaiser Oakland Medical Center

Serena Meyer es enfermera de maternidad y consultora de lactancia, y es posible que no la considere una trabajadora médica de primera línea durante una pandemia. Pero Meyer ha atendido a varias pacientes enfermas con COVID que han dado a luz. Algunos optaron por separarse de sus bebés para protegerlos de la infección, o tuvieron que ser trasladados a la unidad de cuidados intensivos debido a sus síntomas.

Debido a que trabaja con pacientes con COVID-19, se dará prioridad a Meyer para recibir la vacuna en las próximas semanas. Dijo que será un momento de celebración y planea grabar un video de ella misma cuando se le esté administrando la vacuna.

Meyer dijo que ha trabajado con muchas madres embarazadas y lactantes que desconfían de recibir la vacuna COVID-19 por temor a que pueda ser menos segura para ellas, ya que los estudios clínicos de la vacuna no incluyeron mujeres embarazadas. Ella cree que la falta de datos no significa que la vacuna no sea segura o que sea dañina, y aconseja a sus pacientes que deberían considerar tomarla cuando se la ofrezcan en el futuro. También señaló un estudio del colegio estadounidense de obstetras y ginecólogos que dice que las vacunas deben ofrecerse a las personas embarazadas y lactantes.

Para las personas que pueden ser escépticas sobre la seguridad o eficacia de la vacuna, ella recomienda que hablen con un proveedor de atención médica en quien confíen, incluso si no es su propio médico. Podría ser un familiar o amigo que trabaja en medicina. “Hay mucho miedo en este momento. Es un momento realmente difícil ser padre,” dijo Meyer.

Lo mejor que pueden hacer los proveedores de atención médica es ofrecer la información y dejar que los pacientes tomen sus propias decisiones, dijo. “Nadie exige que se ponga la vacuna,” dijo. “Ser cruel al respecto nunca ayudó a nadie a cambiar de opinión. Se debe ofrecer material a las personas para que puedan examinar los costos y los beneficios por sí mismos, eso funciona.” 

Ashley McBride


Ashley Chow, resident skater and oncology nurse at Oakland Kaiser Permanente, protests for appropriate staffing and more PPE during the onset of the pandemic, outside the hospital with other staff.
Ashley Chow, patinadora y enfermera de oncología en Kaiser Permanente de Oakland, se unió a una protesta fuera del hospital con otros compañeros, pidiendo suficiente equipo de protección durante la pandemia. Credit: Courtesy Ashley Chow

Ashley Chow, enfermera de oncología del Kaiser Oakland Medical Center

Ashley Chow, de 30 años, es una enfermera oncológica latina que administra quimioterapia a pacientes con cáncer. Ella ha estado haciendo este trabajo durante siete años, dos en Kaiser Medical Center en Oakland. “Hay muy pocas enfermeras que pueden administrar quimioterapia en el hospital y yo soy una de ellas,” dijo Chow.

Durante la pandemia, Kaiser ha tomado medidas adicionales para proteger a los pacientes con cáncer altamente inmunocomprometidos, pero algunos aún así han contraído el virus. “Estamos hablando de personas con un sistema inmunológico cero, no tienen glóbulos blancos,” dijo Chow.

Hace dos días, el hospital encuestó al personal sobre si se sentían cómodos o no al recibir la vacuna COVID-19. La respuesta de Chow fue un firme sí. “Aunque las enfermeras comparten una colección de miedos asociados con la vacuna, creo que todos decidimos que al final, los beneficios de la vacuna superan las desventajas.”

Chow se identifica con las personas que se sienten nerviosas por ello. “Creo que el miedo proviene justamente de la cantidad de tiempo que le ha tomado al gobierno producir esta vacuna, lo cual no tiene precedentes,” dijo. Tomó su decisión hablando con personas en su burbuja social y leyendo sobre la ciencia detrás de las nuevas vacunas en artículos de investigación revisados ​​por evaluación mutua y referencias enumeradas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), que han estado liderando los esfuerzos para informar al público sobre COVID-19.

“Si visita el sitio web de los fabricantes [de vacunas], publicarán sus experimentos para que pueda leer sobre la forma en que probaron su vacuna y la cantidad de personas que se les administró la vacuna,” dijo Chow. “Toda esa información es pública, por lo que puede informarse de esa manera.”

En este momento, su principal preocupación es la cantidad de tiempo que llevará vacunar a toda la población. “Se siente un poco de culpa con que yo reciba la vacuna porque hay muchas personas que corren un riesgo mucho mayor que yo,” dijo.

Al final, su decisión se sintió como una extensión de sus deberes como proveedora de atención médica. “La probabilidad de que yo sobreviva al COVID es mucho mayor que la de mis pacientes,” dijo Chow, quien no visitará a la familia durante las vacaciones de este año. “Así que, literalmente, cada decisión que tomo es para no dañar a las personas a las que cuido.”

Sarah Belle Lin


Portrait of Parisa Farrohi
Parisa Farrohi, terapeuta del hospital Fairmont en San Leandro. Credit: Amir Aziz

Parisa Farrohi, terapeuta del hospital Fairmont en San Leandro

Como terapeuta que trabaja en un programa ambulatorio en el hospital Fairmont, Parisa Farrohi atiende a “la población más vulnerable del condado de Alameda.” Sus pacientes padecen enfermedades mentales graves, como esquizofrenia, y ella los trata en un programa grupal diurno inusual, un “paso intermedio” para las personas que necesitan más que un manejo básico de casos, pero que no necesitan ser hospitalizados. Sus pacientes son de bajos ingresos y dependen del programa de seguro de red de seguridad Medicare.

Farrohi cree que estará en el “segundo nivel” de los empleados del Alameda Health System que se vacunarán, después de sus colegas que trabajan en situaciones de emergencia. Ella está lista. “Definitivamente lo recibiré tan pronto como esté disponible porque necesito presentarme y continuar abogando en nombre de nuestros pacientes,” dijo Farrohi, una madre soltera de dos niños que se preocupa por infectarse en el trabajo.

Ella también está emocionada por que llegue el día en que sus pacientes puedan vacunarse. “Les permitirá acceder a los recursos de la comunidad y esa conexión que todos necesitamos como seres humanos,” dijo. Pero sabe que habrá obstáculos, ya que muchos de sus pacientes tienen miedo de ir al médico y, a menudo, necesitan un defensor de confianza.

A la tensión de este año se suma el inminente cierre potencial del programa intensivo para pacientes ambulatorios en el que Farrohi ha trabajado durante 19 años. El plan recientemente anunciado por la administración de AHS para cerrar el programa fue una noticia devastadora para Farrohi, quien dijo que “mantiene a los pacientes fuera del hospital” y les enseña las habilidades que necesitan para hacer frente a la vida diaria. Farrohi dijo que ella y sus colegas, que suplicaron a la junta de del sistema que continuará su programa, a menudo pueden identificar las necesidades médicas que pasarían desapercibidas si sus pacientes no tuvieran acceso a un terapeuta.

La propia salud mental de Farrohi sufrió al comienzo de la pandemia. Una inmigrante iraní, Farrohi llegó a los Estados Unidos a los 13 años después de crecer en medio de la guerra y la revolución, y experiencias traumáticas como pandemias pueden desencadenar su trastorno de estrés postraumático. Entonces, el terapeuta sabe que, si bien una vacuna erradica el riesgo físico de contraer el virus, muchas personas enfrentarán ramificaciones psicológicas mucho después de que se establezca la inmunidad.

“No se analiza tanto cómo esta pandemia está afectando nuestra salud mental”, dijo.

— Natalie Orenstein

Ashley McBride headshot

Ashley McBride writes about education equity for The Oaklandside. Her work covers Oakland’s public district and charter schools. Before joining The Oaklandside in 2020, Ashley was a reporter for the San Antonio Express-News and the San Francisco Chronicle as a Hearst Journalism Fellow, and has held positions at the Poynter Institute and the Palm Beach Post. Ashley earned her master’s degree in journalism from Syracuse University.

Natalie Orenstein headshot

Natalie Orenstein covers housing and homelessness for The Oaklandside. She was previously on staff at Berkeleyside, where her extensive reporting on the legacy of school desegregation received recognition from the Society of Professional Journalists NorCal and the Education Writers Association. Natalie’s reporting has also appeared in The J Weekly, The San Francisco Chronicle and elsewhere, and she’s written about public policy for a number of research institutes and think tanks. Natalie lives in Oakland, grew up in Berkeley, and has only left her beloved East Bay once, to attend Pomona College.

Sarah Belle Lin

Sarah Belle Lin is an independent journalist and photographer based in the East Bay.