Author José Martin Aguilar outside his home in the Fruitvale district of Oakland. Credit: Pete Rosos

José Martín Aguilar vive en Fruitvale con su esposa y dos hijas. Trabajaba en la cocina que servía cuatro restaurantes en el sur de la bahía hasta marzo, cuando perdió su trabajo de 10 años debido a la cuarentena de COVID-19. Su historia se produjo en colaboración con El Tímpano, una laboratorio de periodismo local en español. 

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Antes estaba trabajando y mi esposa también. Estábamos felices pues. El momento que llegó la enfermedad, se complicó las cosas.

Yo me acuerdo fue un día, domingo. Ese dia fui a ver que estaba pasando en el restaurante, y cuando llegue, pues solo cinco personas están comiendo allí. Los meseros están allí parados, nada que hacer. En la cocina todo tranquilo. Silencio. Yo le dije al manager, “¿que pasó?” Dijo, “Pues, hay una enfermedad que llegó, y las personas no están llegando a comer. A lo mejor van a cerrar, no estamos seguro.” 

El patrón vive en Fremont. Ya me fui directo a su casa. “La verdad,” dice, “no se que vamos hacer porque no hay trabajo. Si quieres, toma su descanso hoy y mañana y yo te llamo si las cosas ya se acaban.” Y yo le dije, pues está bien. ¿Por qué voy a venir sin hacer nada? Desde ese día pues, todavía tengo las llaves del trabajo.  El no me ha hablado si van abrir pronto o, no se cuando.       

Después de allí vi las noticias, el gobierno, el gobernador de California hablando de que tenemos que estar en casa. Yo estuve como unas dos semanas. También mi esposa. Ella trabajaba en un hotel, y allí dijeron que ya no va haber trabajo porque se van a contagiar. Entonces nosotros dos nos quedamos sin trabajo.

Desde ese día pues, todavía tengo las llaves del trabajo.  El no me ha hablado si van abrir pronto o, no se cuando.

José Martin Aguilar

Tengo biles. Yo estaba pagando $1400 la renta porque somos cuatro la familia. Antes, estaba ganando bien, no hay ningún problema pagar la renta. Pero cuando llegó la enfermedad pues, me puso un poquito triste. Las cosas se pusieron complicadas. ¿Dónde voy a sacar esos $1400 cada mes? Más la comida, la seguranza de un carro, más otros gastos. Dicen en las noticias no se pueden correr, pero también tiene que pagar después. Si no pago un mes, dos meses, tres meses, pues es un montón de deuda que va hacer. 

Dos semanas estaba viendo el dinero, estaba acabando rápido. ¿Y para otros meses, otros dos meses, cómo pagar la renta pues? Si no salgo a trabajar, a lo mejor yo no estoy en esta casa. Quizás en la calle, no se. Yo le dije a mi familia, ustedes quédense en casa, y yo me contagiara con la enfermedad, no me queda de otra, tengo que salir a buscar para vivir. 

Me fui a una agencia y gracias a Dios encontré un trabajo. No le pregunté cuánto paga o cómo está la cosa. No le pregunté. Simplemente si hay trabajo, ya está. 

Es con una compañía cerca del coliseo. Son cosas puro plásticas que salen allí. La verdad, no se donde se usa, pero dicen que son cosas para hospitales. Solo estoy empacando. Ya salen adentro hechas en cajas pequeñas y después los ponemos en cajas grandes, como cinco paquetes van en cada caja. 

Yo le dije a mi familia, ustedes quédense en casa, y yo me contagiara con la enfermedad, no me queda de otra, tengo que salir a buscar para vivir.

José Martin Aguilar

Es un riesgo estar allá trabajando porque hay mucha gente que llega a trabajar y ellos también están arriesgando sus vidas porque la enfermedad está un poco peligro, ha matado a mucha gente. Eso es el miedo. 

Cuando llego a casa, mis niñas ya están acostumbradas. Ellas me esperan a la puerta para poner alcohol en mis zapatos, a mis manos, y quitar todo lo que, mis ropas, quitarle, cambiarle, y después hacer un baño. Ya después de allí podemos abrazar con ellas. 

Mi principal preocupación es pagar la renta. Si cada mes se paga ya está. Es todo. Solo me preocupo del siguiente. Pagar la renta y ya hay un lugar para mis niñas, mi familia. 

Pago la renta y me quedo con más o menos $600. Gracias a Dios también hay otras ayudas que llegaron. De la escuela, una tarjeta que llegó del CalFresh como $365, y las maestras también nos enviaron unas tarjetas con $100, $50. También nos cayó la ayuda del gobierno de $1200 cada persona. Ese nos ayudó un poquito más. Hay lugares donde se comparten comidas. Mi esposa fue, trae las cosas que dan – latas o papas crudas o elote. Ya de ese comemos. 

Yo se que la enfermedad no se va ir así de un dia al otro. Yo creo que va estar allí pues. Mi esperanza es, y yo pido a Dios que revele un medicamento para la enfermedad y de esa manera podemos ir a trabajar o buscar trabajo o regresar en el trabajo donde, en mi caso, estaba trabajando. Pero si la enfermedad sigue sigue, yo voy luchar como estoy luchando ahora para salir adelante.